martes, 21 de febrero de 2012

obras de botticelli

  • Virgen con el Niño y ángel (1465-67) -Temple sobre tabla, 87 x 60 cm, Spedale degli Innocenti, Florencia [5]

  • Adoración de los magos (1465-67) -Temple sobre tabla, 50 x 136 cm, National Gallery, Londres

  • Adoración de los magos (1465-67) -Temple sobre tabla, diámetro 131,5 cm, National Gallery, Londres

  • La Virgen y el Niño con dos ángeles y san Juanito (1465-70) - Temple sobre tabla, 85 x 62 cm, Galleria dell Accademia, Florencia

  • Virgen con el Niño y ángel (después de 1465) - Temple sobre tabla, 110 x 70 cm, Musée Fesch, Ajaccio

  • Virgen con el Niño (h. 1467) - Temple sobre tabla, 71,6 x 51 cm, Musée du Petit Palais, Aviñón

  • Virgen de la galería (1467) - Temple sobre tabla, 72 x 50 cm, Galería de los Uffizi, Florencia

  • Virgen con el Niño y dos ángeles (1468-70), - Temple sobre tabla, 100 x 71 cm, Museo de Capodimonte, Nápoles

  • La Virgen en la Gloria con serafines (1469-70) - Temple sobre tabla, 120 x 65 cm, Uffizi, Florencia

  • Virgen con el Niño (Virgen del rosal) (1469-70) - Temple sobre panel, 124 x 65 cm, Uffizi, Florencia

  • Historias de la Magdalena - Comunión y Asunción (1470), - Temple sobre tabla, 18 x 42 cm, Philadelphia Museum of Art, la colección Johnson, Filadelfia

  • La Fortaleza (1470) - Temple sobre tabla, 167 x 87 cm, Uffizi, Florencia

  • Retrato de un joven (h. 1470) - Temple sobre tabla, 51 x 33,7 cm, Palacio Pitti, Florencia

  • La Virgen y el Niño con seis santos (Retablo de san Ambrosio) (h. 1470) - Temple sobre tabla, 170 x 194 cm, Uffizi, Florencia

  • Virgen con el Niño y un ángel (Virgen de la Eucaristía) (1470-1472) - Temple sobre tabla, 84 x 64,5 cm, Museo Isabella Stewart Gardner, Boston

  • Díptico Historias de Judit (1470-72), Uffizi, Florencia:
    • Regreso de Judit a Betulia - Temple sobre tabla, 31 x 25 cm
    • Descubrimiento del cadáver de Holofernes - Temple sobre madera, 31 x 25 cm

  • San Sebastián (1474) - Temple sobre tabla, 195 x 175 cm, Staatliche Museen, Berlín

  • La Adoración de los Reyes (1475) -Temple sobre tabla, 111 x 134 cm, Uffizi, Florencia
  • ruta de garcilaso de la vega en toledo

       Las casas de los padres de Garcilaso de la Vega ocupaban la práctica totalidad de la acera norte (derecha de la fotografía) de la actual calle de Esteban Illán, y en este lugar, con mucha probabilidad, nació el poeta en la supuesta fecha del 30 de septiembre de 1499.
        El comendador Garcilaso de la Vega y su esposa doña Sancha, padres del poeta, compraron la casa principal en 1491 a un canónigo de Toledo, y seis años después adquirieron la situada en la esquina con la plaza de Padilla.
        En estas casas de la calle Esteban Illán vivió el poeta los primeros veintinueve años de su vida, prolongando allí su estancia junto con su mujer tres años después de la boda, hasta adquirir su propio hogar en 1528.
        A la muerte de su madre, las casas donde nació el poeta pasaron a propiedad del hermano mayor, Pedro Laso, y más tarde a los sucesores de éste, hasta que acabaron siendo vendidas en 1616 a la Compañía de Jesús. Los jesuitas las cedieron en permuta al Hospital de la Misericordia, y como tal establecimiento hospitalario se utilizaron hasta la Desamortización, en que pasaron a depender de la Diputación Provincial. Finalmente fueron derribadas en 1964, logrando salvarse solo una bella ventana gótica que en la actualidad se halla instalada sobre la puerta de la Audiencia Provincial, en la plaza del Ayuntamiento.
    2.- PLAZA DE PADILLA (la evocación comunera)

        Si hay en Toledo un lugar que nos hable de la Guerra de las Comunidades, éste es de la Plaza de Padilla, surgida en gran parte por la demolición punitiva del palacio de Juan de Padilla y su mujer, María Pacheco.
        A comienzos del siglo XVI la plaza limitaba al Norte con la fachada principal de los Padilla, cuyo edificio ocupaba más de la mitad de la actual plaza, y al Este por la casa accesoria de los Lasso de la Vega, que aún deja ver la antigua portada, convertida hoy en fachada de la Facultad de Humanidades. En su interior subsiste un bello patio encolumnado que constituye un espacio garcilasiano privilegiado en el que, con un poco de imaginación, casi podemos sentir la presencia del poeta.
        Durante un tiempo, el palacio de Padilla se convirtió en foco de la rebeldía comunera y los espacios aledaños conocieron las luchas entre comuneros e imperiales. También en este lugar se nos suscita el recuerdo de un Garcilaso sumido en el dilema de optar entre los dos bandos enfrentados. 
        Tras la derrota comunera en Villalar, la viuda de Padilla logró mantener sublevada a la ciudad nueve meses más, hasta el 3 de febrero de 1522, en que se vio obligada a huir, refugiándose en Portugal.
        3.- CALLE DE STO. DOMINGO EL ANTIGUO (La lápida del error)
     En 1869 los restos de Garcilaso fueron trasladados desde su enterramiento toledano a Madrid, donde el Gobierno de la Nación proyectaba erigir un Panteón de Hombres Ilustres en la iglesia de San Francisco el Grande. La iniciativa se frustró en medio de los vaivenes políticos, de tal modo que los restos de Garcilaso quedaron en el templo madrileño durante seis años, siendo devueltos a Toledo a comienzos de 1875.
        Una vez en Toledo, la urna con los despojos de Garcilaso no retornó al sepulcro de la capilla del Rosario sino que permaneció arrumbada en la Casa Consistorial nada menos que veinticinco años, hasta que en 1900 un conserje del Ayuntamiento hizo observar al alcalde la existencia de la reliquia. Poco después, los restos eran reintegrados solemnemente a la capilla de San Pedro Mártir, con cuyo motivo el municipio instaló una lápida —“la lápida del error”— el 17 de agosto de 1900 sobre el muro de la equivocada casa natal del poeta.
    4.- PLAZA DE SAN ROMÁN (El sepulcro del poeta)

        La plaza donde se erigió en 1995 el monumento a Garcilaso, obra del escultor toledano Julio Martín de Vidales, es el enclave toledano que mejor evoca la memoria del poeta, pues, como una metáfora del ciclo de su biografía, se sitúa entre el lugar donde se alzó su casa natal (en la vecina calle de Esteban Illán) y la iglesia conventual de San Pedro Mártir, que contiene su sepulcro.
        En la época de Garcilaso esta plaza estaba ocupada por el Hospital de la Misericordia. Por su parte, el convento de San Pedro Mártir presentaba un aspecto muy diferente al que hoy podemos admirar, ya que sus trazas actuales datan de 1605, setenta años después de la muerte del poeta.
        El convento dominico era el más influyente de la ciudad y albergaba a unos sesenta frailes, entre los que se escogían los principales consultores de la Inquisición. En el convento profesó como fraile uno de los hijos de Garcilaso, Pedro de Guzmán, y también su hermano Francisco.
        En la capilla del Rosario reposan los restos del poeta y puede contemplarse el retrato más fidedigno que conocemos de él: la estatua de su sepulcro. Éste lo componen las esculturas orantes del poeta y de su hijo Íñigo de Guzmán, encargadas por la esposa de Garcilaso en 1555, tras la muerte de Íñigo en batalla contra los franceses.
        Los señores de Batres (familia materna de Garcilaso) pertenecían al ilustre linaje de los Guzmán y, por lo tanto, emparentaban con Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), el fundador de la Orden de los Dominicos.
        Garcilaso dispuso en su testamento que debía ser enterrado en aquella capilla “de mis agüelos”, pero advirtiendo que, “si muriese pasada la mar”, le dejasen donde le enterraren. Conforme a su voluntad, fue sepultado en Niza, pero su esposa doña Elena dispuso el traslado de sus restos a Toledo, a donde los trajeron dos años después de su muerte, en 1538.
    5.- PALACIO DE FUENSALIDA (la corte de la Emperatriz)

        El palacio de los Condes de Fuensalida compartió con el alcázar el honor de ser la residencia de la Emperatriz Isabel de Portugal durante el tiempo que ésta permaneció en Toledo ejerciendo de virreina, desde 1526 a 1539.
        Las incomodidades del viejo alcázar motivaron que la Emperatriz se acogiera a la hospitalidad de los condes de Fuensalida, de modo que el palacio pasó a convertirse en sede oficiosa de la corte, y como tal allí rendiría Garcilaso sus visitas a la Emperatriz en su faceta de hombre de palacio primero y luego como enviado del virrey de Nápoles.
        El palacio, construido en 1440, es uno de los más bellos ejemplos de arquitectura civil toledana y ostenta en la portada gótica los leones pasantes que constituyen el escudo de los Ayala.
        Al decir del embajador de Venecia, Andrea Navaggero, “las principales casas de Toledo son las de los Ayala y Silvas, que son enemigos y traen dividida en bandos la ciudad; el jefe de la casa de los Ayala es el Conde de Fuensalida, que no tiene grandes rentas: el que hace cabeza de los Silvas es don Juan de Rivera, que es muy rico…”
        En este marco debemos ubicar algunos interesantes episodios de la vida de Garcilaso, como la narración que debió de realizar a la reina sobre su viaje a Italia, con motivo de los actos de la coronación imperial. También cuando la Emperatriz le encomendó la misión de viajar a Francia para felicitar al rey Francisco I y a doña Leonor, hermana del Emperador, por su reciente boda, y de paso espiar los movimientos estratégicos del rey francés. Y asimismo, también en este palacio hemos de imaginar a la Emperatriz furiosa contra nuestro poeta a cuenta de su presencia como testigo en la boda no autorizada entre un sobrino de Garcilaso y la heredera de los Alburquerque. Como castigo por este hecho, estando ya Garcilaso en Ratisbona, el Emperador desterró a Garcilaso tres meses a una isla del Danubio.
       6.- PLAZA DEL AYUNTAMIENTO (ventana, consistorio y catedral)


        Con tanto que admirar en la bella plaza del Ayuntamiento, nosotros fijaremos primero la atención en la fachada de la Audiencia Provincial, donde se sitúa una bella ventana gótica que es el único resto sobreviviente de la demolida casa natal de Garcilaso, en la Calle Esteban Illán. El resto de la portada, datable a fines del siglo XV, procede del derribo de la casa de los Peromoro, vecinos de Garcilaso.
        El poeta conoció una Catedral y un Palacio Arzobispal no muy diferentes a los que hoy vemos; en cambio, el Ayuntamiento era completamente distinto al actual, reconstruido a fines del siglo XVI. Asimismo, en medio de la plaza se alzaba la sede del poderoso colegio de Escribanos Públicos, un granero de la catedral y once pequeñas casas.
        En el siglo XVI la catedral era el centro de un inmenso poder que sorprendía a cuantos extranjeros visitaban la ciudad. El embajador veneciano Andrea Navaggero, dejó anotado lo siguiente: “…Los amos y señores de Toledo, principalmente de las mujeres, son los clérigos, que tienen hermosísimas casas y gastan y triunfan dándose la mejor vida del mundo, sin que nadie les vaya a la mano, (…) por lo que puede decirse que es ciertamente la iglesia más rica de la cristiandad y que tiene más rentas el Arzobispado y la Catedral que la ciudad toda.” Entre esos canónigos se encontraba don Pedro de la Peña, al que Garcilaso instituye como albacea testamentario y que probablemente tuvo a su cargo la educación del poeta, a título de preceptor, junto con su ayo, el caballero don Juan Gaitán.
        La tensión, crónica en Toledo, entre lo civil y lo eclesiástico, se pone de manifiesto en el cuaderno de peticiones que el municipio presenta a las Cortes de 1532: “Iten, que sus majestades saben la grandeza de la Santa Iglesia de esta ciudad, y el mucho número de iglesias, monasterios y hospitales que en ella hay (…) Los cuales están largamente dotados y proveídos de más de lo necesario, y si no se atajase el crecimiento de ello sería la total destrucción de la ciudad”.
        El propio Garcilaso dejó entrever su prevención contra la Iglesia, estipulando que si la Cruzada se entrometía en las cláusulas de su testamento, las mandas y legados pasasen a poder de su esposa.
    7.- PASADIZO DE BALAGUER (la casa de su ayo Juan Gaitán)

        El conocido como Pasadizo de Balaguer fue en su origen un paso abierto por el uso a través de un antiguo palacio derruido que perteneció al curador (tutor legal) y probable ayo de Garcilaso, don Juan Gaitán, quizá la persona que más influyó en su formación caballeresca.
        Los jóvenes de la nobleza recibían la esmerada educación que correspondía a su clase mediante un preceptor y un ayo. El primero solía ser un clérigo que los instruía en los saberes al uso, mientras que el papel de ayo lo desempeñaba un caballero de notoria calidad en sus hábitos de vida, pues su función era la de servir de guía y ejemplo al educando.
        Es probable que el preceptor de Garcilaso fuese el canónigo de la catedral don Pedro de la Peña, que llegó a ser juez y vicario general. En cuanto al que seguramente fue ayo de Garcilaso, don Juan Gaitán, se trató de un letrado de gran instrucción, caballero de la Orden de Santiago, Corregidor de Málaga y antiguo contino real.
        Juan Gaitán intervino como tutor legal de Garcilaso, por ser éste menor de edad, en el proceso que se le abrió con motivo de los sucesos del Hospital del Nuncio.
        La que fue casa de Juan Gaitán tenía su puerta principal en la Plaza del Consistorio y otra puerta accesoria de estilo gótico en la Calle de la Ciudad, que aún podemos ver. El edificio lindaba, pared con pared, con el convento de la Trinidad, lo que permitió a Juan Gaitán y a su familia escapar de sus perseguidores durante los alborotos de las Comunidades, practicando un boquete en la medianería.
        Tras la guerra comunera, en la que Gaitán militó activamente en el bando derrotado, se le instruyó el correspondiente proceso, pero el ayo y curador de nuestro poeta no llegó a conocer el veredicto, pues la muerte lo alcanzó en la cárcel de Valladolid, en 1523, antes de que éste se dictase.
    8.- PLAZA DE AMADOR DE LOS RÍOS (incidente en el Hospital del Nuncio)

        Al fondo de una corta calle sin nombre y sin salida se halla la puerta del llamado Hospital del Nuncio, que fue escenario en 1519 de un incidente violento entre Garcilaso y algunos miembros del cabildo catedralicio.
        El hospital había sido fundado en 1483 por el canónigo Francisco Ortiz, nuncio apostólico, para acogida de treinta y tres dementes y trece niños expósitos. El estatuto fundacional establecía un triple patronazgo, para el que fue elegido el hermano de Garcilaso, Pedro Lasso, en representación del Ayuntamiento. Pero el representante de la Catedral se opuso a compartir su cargo con los otros, lo que provocó que un grupo de gente armada, con Garcilaso a la cabeza, entrasen en el hospital enarbolando sus armas y expulsaran violentamente al rector y a los capellanes.
        Tras el juicio instruido sobre el caso, Garcilaso fue condenado a una pena de destierro “desta ciudad y sus arrabales por tres meses” y “al perdimiento de las armas que llevó al dicho ruido” así como al pago de las costas, que ascendieron a 4.000 maravedíes. La sentencia, no obstante, se emitió sin la comparecencia de Garcilaso, que se hallaba huido de Toledo. 
        Dos días después de conocida la sentencia, Juan Gaitán, en su papel de tutor legal de Garcilaso, presentó un escrito de apelación en el que expresaba su voluntad de recurrir ante sus Altezas y los Señores de su muy alto Consejo.
    El resultado de la apelación es una incógnita, y la duda de si Garcilaso llegó o no a cumplir la condena es otra de las incertidumbres que difuminan la biografía del poeta.
        Pasado el tiempo, a este hospital del Nuncio vino a terminar sus días (en la ficción) el Don Quijote apócrifo de Avellaneda, tras el que muchos han supuesto la mano de Lope de Vega o la de alguno de los autores de su entorno. De esta manera, el edificio del Nuncio Viejo, del que todavía subsiste su portada y uno de sus patios, suscita el recuerdo de tres grandes literatos: Garcilaso, Cervantes y Lope de Vega.
    9.- CALLE DE LOS ALJIBES (La casa matrimonial)

        En la esquina de la calle de Los Aljibes con la de Las Tendillas se mantiene en pie una sencilla fachada que en nada sugiere su ilustre pasado, cuando en el siglo XVI formó parte de las casas que habitaron Garcilaso de la Vega y su mujer doña Elena de Zúñiga.
        Dos años después de su boda, todavía Garcilaso y Elena seguían viviendo en el hogar materno, a causa de la escasez de viviendas que la presencia de la corte ocasionaba en una ciudad de limitado espacio y en progresivo crecimiento.
        Su emancipación llegó el 11 de marzo de 1528, cuando Garcilaso y Elena pudieron adquirir por fin, muy cerca de la casa familar, “unas casas principales y otras junto a ellas”, cuyos restos subsisten todavía en la calle de Los Aljibes (centro de la fotografía).
        El vendedor fue un jurado municipal, probable converso, llamado Antonio de Cepeda y a juzgar por el alto precio pagado por las casas, 550.000 maravedís, no desmerecerían en calidad de las de sus relevantes vecinos, los condes de Peromoro, cuya puerta principal (hoy en el Ayuntamiento) se situaba al fondo del callejón aledaño.
        En este espacio domestico vivieron Garcilaso y doña Elena el tiempo que pasaron juntos, que no fue mucho, pues apenas un año después de adquirir las casas comenzó el gentilhombre su actividad viajera. Su oficio de cortesano de Carlos V y más adelante lugarteniente de armas del virrey de Nápoles, lo mantendrá mucho tiempo alejado del hogar.
        Elena de Zúñiga era una de las damas de doña Leonor de Austria, hermana de Carlos V, y todo sugiere que su matrimonio fue uno de tantos enlaces basados en el acostumbrado convenio de intereses.
        Garcilaso viajaba a Toledo desde Nápoles cuando sus ocupaciones se lo permitían, pasando junto a su mujer unos pocos meses en cada ocasión. La última vez que Elena y Garcilaso estuvieron juntos fue a mediados de abril de 1534, sin sospechar que se estaban diciendo adiós para siempre. Seguramente hacían planes para trasladarse a Nápoles, a instancias del Virrey. Pero no pudo ser. Garcilaso murió en octubre de 1536, cuando se cumplían diez años de su matrimonio.
    10.- PLAZA DE SANTA LEOCADIA (La parroquia de Garcilaso)

        Garcilaso consideró a la iglesia de Santa Leocadia su parroquia a partir de 1528, cuando se instaló con su mujer en la casa de la calle de los Aljibes. Abundan los documentos en que se alude a si mismo como parroquiano de Santa Leocadia, en un signo de satisfecha autoafirmación, pues esas casas constituían la base de su incipiente mayorazgo.
        En su testamento deja dispuesta una limosna de cera para el Santo Sacramento en “mi parrocha de Santa Leocadia”; asimismo ordena una limosna para casar huérfanas que sean parroquianas de Santa Leocadia, con la advertencia de que, si no las hubiere, se utilice para casar de Cuerva o de Batres las que faltaren de “mi parrocha”; y también dedica limosna a personas pobres, así hombres como mujeres, en “mi parrocha de Santa Leocadia”. 
        El barrio de Santa Leocadia se articula en torno a su encantadora plaza, pero debemos considerar que en la época de Garcilaso el espacio lo ocupaba en su mayor parte el cementerio parroquial. El convento tenía la apariencia típicamente toledana, formado por la agregación sucesiva de casas, entre ellas la del infante Don Juan Manuel, autor de “El conde Lucanor”.
        A finales del siglo XVI el convento fue muy reformado con el legado de la dama portuguesa María de Silva, que fue dama de la Emperatriz Isabel de Portugal, al igual que Isabel Freyre, la mítica amante de Garcilaso y Beatriz de Sá, la esposa de su hermano Pedro Laso, y en opinión de la investigadora Carmen Vaquero, su secreto amor toledano.
        En las inmediaciones de este lugar, en la actual plaza de Las Capuchinas, tenían su casa los padres de Guiomar Carrillo, la joven amante que dio a Garcilaso su primer hijo. No llegaron a formalizar su matrimonio por la adscripción comunera de la familia de Guiomar, que suponía un obstáculo insalvable para las aspiraciones de Garcilaso.
        En la vida amorosa de Garcilaso pueden rastrearse al menos cinco huellas femeninas. En su testamento nos habla de Elvira, una plebeya moza extremeña cuyo efímero amorío pagó con diez mil maravedís de olvido. Se le han supuesto amores con la desdeñosa Isabel Freire, dama de la Emperatriz Isabel; tal vez haya que incluir a su cuñada Beatriz de Sá, segunda esposa de su hermano Pedro Laso, a la que supuestamente amó con remordimiento hasta después de muerta; y, finalmente, la desconocida sirena napolitana que le hará pagar su apasionado idilio con el infierno de los celos.
    11.- MURAL JUNTO AL RÍO (las ninfas del Tajo)

        Junto al puente de San Martín, en un paraje pintoresco elevado sobre la hoz del Tajo, se instala un mural de azulejos con versos de la Égloga III de Garcilaso:
    “Pintado el caudaloso río se vía
    que en áspera estrecheza reducido
    un monte casi alrededor tenía”…
        El tapial donde se exhiben los versos son los restos de la vieja muralla que cercaba el barrio de la judería. A pocos metros, una empinada senda desciende hasta la orilla del río. Allí, junto al agua, se despliega el mundo bucólico de Garcilaso, en el que las orillas del abrupto Tajo se trasforman por la magia su égloga III en ámbito mitológico de ninfas y palacios sumergidos de cristal.
        Cuatro hermosas ninfas —Nise, Filódece, Dinámene y Climene— emergen cortando “el agua clara con lascivo juego” y se tienden en la orilla umbrosa a tejer tapices de oro “que el felice Tajo envía” con temas de la mitología clásica: Filódece, el mito de Orfeo y Eurídice; Dinámene, el de Apolo y Dafne; Climene, el de Venus y Adonis. Pero la cuarta ninfa, Nise, no teje un asunto clásico sino la muerte de Elisa, trasunto de Isabel Freire, (¿tal vez Beatriz de Sá, su cuñada?), la amada del poeta, a la que llora un coro de silvestres diosas mientras desparraman sobre ella “cestillos blancos de purpúreas rosas”.
        La pintura garcilasiana del Tajo conmovió la sensibilidad de Miguel de Cervantes, que hace decir a Don Quijote con transparente emoción: “Mal se te acuerdan a ti, ¡oh Sancho!, aquellos versos de nuestro poeta donde nos pinta las labores que hacían allá en sus moradas de cristal aquellas cuatro ninfas que del Tajo amado sacaron las cabezas, y se sentaron a labrar en el prado verde aquellas rica telas que allí el ingenioso poeta nos describe, que todas eran de oro, sirgo y perlas contextas y tejidas"...
        Pasear por las riberas toledanas del Tajo es recrear la atmósfera bucólica de la Egloga III y penetrar en el paisaje literario garcilasiano, donde “la más felice tierra de la España” se pinta con los colores de Botticelli y oye los cantos de Sannázaro, de Horacio y de Virgilio.

    jueves, 2 de febrero de 2012

    raforma protestante

    MARTÍN LUTERO:
    Martín Lutero (10 de noviembre de 148318 de febrero de 1546), nacido en Eisleben, Alemania como Martin Luder,[1] después cambiado a Martin Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo, fraile católico agustino y reformador religioso alemán, en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante. Inauguró la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo e influyó en las demás tradiciones protestantes. Su exhortación para que la Iglesia regresara a las enseñanzas de la Biblia, impulsó la transformación del cristianismo y provocó la Contrarreforma, como se conoce a la reacción de la Iglesia Católica Romana frente a la Reforma protestante. Sus contribuciones a la civilización occidental fueron más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas.
    Primeros años de vida
    La Casa de Lutero, donde vivió entre los 14 y 17 años mientras asistía a una escuela privada en Eisenach.
    Hijo de Hans y Margarette Lutero, Martín nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben (Alemania) y fue bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín de Tours. En 1484 su familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para darle más honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.
    En 1501, a los 19 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba el laúd y recibió el apodo de El filósofo. Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17 candidatos.[2] Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó cerca de él mientras se encontraba de regreso de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó: «¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.[3]

    Matrimonio y familia de Martín Lutero
    Retrato de Catalina von Bora, esposa de Martín Lutero, por Lucas Cranach el Viejo. 1526. Wartburg-Stiftung, Eisenach, Alemania.
    El 8 de abril de 1523, Lutero le escribe a Wenceslaus: "Ayer recibí a nueve monjas de su cautiverio en el convento de Nimbschen". Lutero había decidido ayudar a escapar a doce monjas del monasterio cisterciense en Nimbschen, cerca de Grimma en Sajonia, sacándolas del convento dentro de barriles. Tres de ellas se marcharon con sus parientes, mientras que las otras nueve fueron llevadas a Wittenberg. En este último grupo se encontraba Catalina de Bora. Entre mayo y junio de 1523 se pensó que la mujer se casaría con un estudiante de la Universidad de Wittenberg, Jerome Paumgartner, aunque probablemente su familia se lo negó. El Dr. Caspar Glatz era el siguiente pretendiente, pero Catalina no sentía "ni deseo ni amor" por él. Se supo que se quería casar con Lutero o con Nicolás von Amsdorf. Lutero sentía que no era un buen marido, ya que había sido excomulgado por el Papa y era perseguido por el Emperador. En mayo o a principios de junio de 1525 se conoció en el círculo íntimo de Lutero su intención de casarse con Catalina. Para evitar cualquier objeción por parte de sus amigos, actuó rápidamente: en la mañana del martes 13 de junio de 1525 se casó legalmente con Catalina, a quien afectuosamente llamaba "Katy". Ella se mudó a la casa de su marido, el antiguo monasterio agustino en Wittenberg, y comenzaron a vivir en familia. Los Lutero tuvieron tres hijos y tres hijas:
    Transformaciones en la liturgia y el gobierno de la iglesia
    Lutero revisó la liturgia en su Deutsche Messe (Misa Alemana) de 1526, estipulando cómo debían ser los cultos diarios y la catequesis. Aun así, se oponía a una nueva ley de formas e instó a que se mantuvieran las otras liturgias. Aunque Lutero apoyaba la libertad cristiana en estas materias, también estaba a favor de mantener y establecer uniformidad litúrgica entre aquellos que compartían la misma fe en un área dada. Vio en la uniformidad litúrgica una expresión física de unidad en la fe, mientras que la variación litúrgica era un posible indicador de variación doctrinal. No consideraba una virtud el cambio litúrgico, especialmente cuando era hecho por personas o congregaciones, pues le complacía conservar y reformar lo que la iglesia había heredado del pasado. Conservó el bautismo de infantes, por tradición, en contra de la oposición anabaptista la cual solo admitía el bautismo de adultos, por lo que condenó a sus miembros.
    La transformación gradual de la administración del bautismo se realizó en el Taufbüchlein (Cuadernillo Bautismal) (1523, 1526).
    En mayo de 1525 tuvo lugar en Wittenberg la primera ordenación evangélica. Lutero había rechazado la visión católica romana de la ordenación como un sacramento. Un servicio de ordenación, con la imposición de manos junto con una oración en un servicio congregacional solemne, era considerado suficiente.
    Para suplir la falta de altas autoridades eclesiásticas debida a que muy pocos obispos adoptaron la doctrina reformadora en tierras alemanas, Lutero sostuvo a partir de 1525 que las autoridades seculares deberían tomar parte en la administración de la iglesia. Estas tareas no eran necesariamente exclusivas de las autoridades seculares, y Lutero hubiera preferido que recayeran en manos de un episcopado evangélico. Declaró en 1542 que los príncipes evangélicos sólo serían "obispos de urgencia" y preconizó que los poderes eclesiásticos pudieran ser ostentados por congregaciones cristianas,[14] si bien decidió esperar el curso de los acontecimientos y ver qué hacían los párrocos y estudiosos para que descubrieran por sí mismos cuáles eran las personas apropiadas. Los resultados de su viaje a Sajonia (1527-29) le hicieron ver que los párrocos y estudiosos no estaban preparados para tal responsabilidad, siendo necesario que se mantuvieran las estructuras eclesiásticas tal y como fueran diseñadas al principio de la Reforma.
    Lutero tuvo especial interés por la educación. En sus diálogos con George Spalatin en 1524 se planeó un sistema escolar, declarando que era deber de las autoridades civiles el proveer escuelas y el velar por que los padres enviaran a sus hijos a ellas. También apoyaba el establecimiento de escuelas primarias para la educación femenina.
    Mientras tanto, las iglesias luteranas en Escandinavia y muchos estados bálticos mantuvieron el Episcopado Apostólico y la sucesión apostólica, incluso aquellas que habían adoptado la teología antipapista de Lutero.

    Lutero y los judíos
    Portada del libro antisemita "Sobre los judíos y sus mentiras" escrito por Martín Lutero (1543).
    Las opiniones de Lutero sobre los judíos han sido descritas como antisemitismo racial o religioso[17] o como antijudaísmo.[18] En los inicios de su carrera pensaba que los judíos no habían creído en Jesús a causa de los errores de los cristianos y de la proclamación de lo que para él era un evangelio impuro. Sugería que responderían favorablemente al mensaje evangélico si se les presentaba de la forma adecuada. Cuando descubrió que no era así, atacó con furia a los judíos.
    En su Von den Juden und ihren Lügen (Sobre los judíos y sus mentiras), publicado en 1543, escribió que debían realizarse contra los judíos acciones como quemar las sinagogas, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, «aplastar y destruir» sus casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos «gusanos venenosos» a realizar trabajos forzados o expulsarlos «para siempre». Según la opinión del Dr. Robert Michael, parece que Lutero también aprobaba el asesinato de judíos.[19]
    Para el historiador británico Paul Johnson, Sobre los judíos y sus mentiras es el «primer trabajo del antisemitismo moderno y un paso de gigante en el camino hacia el holocausto». Cuatro siglos después de haber sido escritos, los nazis citaron los ensayos de Lutero para justificar la Solución Final. Algunos estudiosos han atribuido la Solución Final nazi directamente a Martín Lutero.[20] Sin embargo, otros refutan este punto de vista.[21]
    Desde la década de 1980, los grupos y organizaciones de la Iglesia luterana han condenado estos escritos, aunque no consideran que Lutero fuese antisemita.[22]

    Último viaje de Lutero y muerte
    El último viaje de Lutero a Mansfeld lo realizó debido a su preocupación por las familias de sus hermanos y hermanas, quienes continuaban en la mina de cobre de Hans Lutero, que estaba amenazada por las intenciones del Conde Albrecht de Mansfeld de controlar esa industria para su beneficio personal. La controversia involucró a los cuatro condes de Mansfeld: Albrecht, Philip, John George y Gerhard. Lutero viajó dos veces hacia fines del año 1545 con el objetivo de participar en las negociaciones para llegar a un acuerdo. Fue necesaria una tercera visita a principios de 1546 para completar las negociaciones. El 23 de enero Lutero dejó Wittenberg acompañado por sus tres hijos. Las negociaciones concluyeron con éxito el 17 de febrero. Pasadas las 8 de la tarde de ese día, Lutero sufrió dolores en el pecho. Al irse a la cama oró diciendo: «En tus manos encomiendo mi espíritu; me has redimido, oh Señor, fiel Dios», tal y como se oraba habitualmente cuando llegaba la hora de la muerte. A la una de la madrugada despertó con un agudo dolor de pecho y fue envuelto con toallas calientes.
    Sabiendo que su muerte era inminente, le agradeció a Dios por haberle revelado a su Hijo, en quien él había creído. Sus compañeros Justus Jonás y Michael Coelius gritaron: «Reverendo padre, ¿está listo para morir confiando en su Señor Jesucristo y confesando la doctrina que enseñó en su nombre?» Un distintivo «» fue la respuesta de Lutero. Murió a las 2:45 del 18 de febrero de 1546 en Eisleben, la ciudad donde nació. Fue enterrado en la Iglesia del Palacio de Wittenberg, cerca del púlpito desde el cual había transformado al cristianismo.

    reforma protestante

    ERASMO DE ROTTERDAM:
    Erasmo de Róterdam (Róterdam, 28 de octubre de 1466 - Basilea, 12 de julio de 1536), conocido como Desiderius Erasmus Rotterdamus, nacido Geert Geertsen, también llamado Gerrit Gerritszoon (Gerardo, hijo de Gerardo), fue un humanista, filósofo, filólogo y teólogo holandés, autor de importantes obras en latín.
    La lucha contra la disciplina y las instituciones
    Dibujo a la pluma de Hans Holbein el Joven en el margen del ejemplar de Oswald Myconius de la edición de 1515 del Elogio de la locura de Erasmo.
    No sabemos cuál de las tres instituciones educativas en las que estuvo internado Erasmo fue la causante del profundo rechazo que sintió toda su vida hacia la autoridad. Pudo ser la escuela primaria (de los 8 a los 13 años), el convento agustino (de los 16 a los 22) o la Universidad de París (a mediados de la década de 1490), cuando tenía más de 24 años.
    Como resultado de su estancia en alguna de ellas, o en las tres, Erasmo desarrolló un sentimiento de rechazo frente a la Iglesia Católica y llegó a la conclusión de que tanto los colegios como las Universidades y, en general, la misma Iglesia, impedían pensar libremente. Desde entonces se opuso a cualquier tipo de autoridad y buscó mayor libertad leyendo a los escritores de Grecia y Roma, puesto que ellos vivieron en los tiempos en que todavía el cristianismo no había triunfado. Quizá fueran los métodos de disciplina que en las tres escuelas se aplicaba (como en todas partes) para "quebrar la voluntad" de los alumnos, lo que lo llevó a distanciarse de las autoridades. Lo que nadie podía prever era que la voluntad de Erasmo se resistiría a ser "quebrada" hasta el mismísimo día de su muerte. Por otra parte, se enfurecía al ver la "disciplina" que se aplicaba con los niños, mientras los monjes disfrutaban relajadamente contrariando los propios principios que enseñaban.
    En la universidad se dio cuenta de que, en vez de enseñarse allí las nuevas ideas, lo que se enseñaba eran teorías anticuadas de los primeros siglos del Medievo, y que en vez de avanzar y estar más adelantada que el resto de la sociedad, andaba rezagada e inmutable. Esta actitud recibió siempre sus ataques.
    Erasmo decidió pronto que podía hacer algo para revertir la situación: con las ideas de sus amigos de los monasterios agustinos y algunas otras ideas de John Colet, comenzó a analizar detenidamente los libros más importantes de las antiguas civilizaciones griega y romana, tratando de modernizar sus contenidos e intentando aplicarlos a la vida de la sociedad en la que él vivía, tratando de extraer lo más significativo de esos textos antiguos pero brillantes, para que cualquier persona pudiera entenderlas, penetrar en su significado.
    Nunca dejó de luchar contra la cárcel espiritual que él observaba en todas partes, en todas las instituciones educativas, intelectuales, políticas y sociales de su época. Esto le acarrearía numerosos problemas a lo largo de su carrera.

    Erasmo y Lutero
    Martín Lutero fue el primer hombre en rebelarse exitosamente contra la Iglesia Católica y crear, con sus ideas, una Iglesia aparte y distinta de la católica. Lutero dijo en muchas oportunidades que una de sus fuentes de inspiración era la traducción que Erasmo había hecho de la Biblia; esa traducción había llamado de inmediato la atención del gran reformador quien, como ya dijimos, la analizó detalladamente hasta el final de su vida. El amor de Lutero por esta versión desató una catarata de traducciones que por primera vez puso al Nuevo Testamento al alcance de la gente que no sabía leer el idioma latín. En 1522, seis años después de la publicación de Erasmo, Lutero la tradujo por primera vez al alemán. A su vez, la versión alemana de Lutero fue la base de la primera traducción de William Tyndale al inglés en 1526.
    Los seguidores de Martín Lutero se propagaron por toda Europa un año después de la publicación del Nuevo Testamento latino de Erasmo de Róterdam, lo que puso al traductor en una difícil crisis de exposición pública. Lutero gritó a los cuatro vientos que el trabajo de Erasmo le había ayudado a ver la verdad, por lo que la mirada de la Iglesia comenzó a caer sobre Erasmo, que supuestamente había dado el paso inicial de la Reforma que terminaría por dividir al cristianismo.
    Esta situación no fue fácil para Erasmo, siendo como era su carácter y la poca simpatía que sentía por la Iglesia y por el Papa. El conflicto entre la Iglesia y los luteranos se hizo evidente para todo el mundo, y ambos bandos exigieron de inmediato a quienes no habían tomado partido que eligiesen un lado de la polémica.
    Esto mismo le sucedió a Erasmo, que para colmo estaba en la cúspide de la fama por sus importantes obras literarias. Lo que ni Lutero ni el Papa comprendían era que, en la mentalidad individualista del sabio, ponerse del lado de católicos o de protestantes le resultaba igualmente repugnante. No estaba dispuesto a colaborar con ninguno de los dos bandos, porque le importaba más su libertad de pensamiento y su independencia individual e intelectual. Sabía, por supuesto, que esa libertad se perdería si se unía a cualquiera de los bandos. Se negó a tomar partido y esa fue una jugada peligrosa.
    El conflicto religioso
    Bocetos en tiza de las manos de Erasmo, por Holbein el Joven. Obsérvese la artritis en las articulaciones.
    A través de toda su vida, Erasmo había sido consecuente en sus críticas a los poderes establecidos y a los abusos que los malos religiosos hacían de ellos. Al verse involucrado en la trampa de tomar partido, tuvo que dar explicaciones y decir públicamente que sus ataques jamás se habían dirigido contra la Iglesia como institución ni menos contra Dios como fuente de inteligencia y justicia, sino sólo a los malos obispos y frailes que ganaban dinero vendiendo el paraíso y cometían otros delitos religiosos como la simonía.
    Erasmo pudo salirse con la suya y le creyeron, principalmente porque su brillante trabajo con la Biblia confirmaba su fe y su enorme difusión pública lo había convertido en un personaje querido y admirado por católicos y protestantes por igual.
    Sin embargo, en general Erasmo estaba de acuerdo con las ideas de Lutero, (o mejor dicho, Lutero estaba de acuerdo con las ideas de Erasmo) especialmente en las críticas sobre el modo de administrar la Iglesia. Además, Lutero y Erasmo se hicieron amigos personales, y el reformador Lutero fue una de las pocas personas a las que Erasmo reconocía públicamente admirar. El alemán, por su parte, siempre defendió las ideas de Erasmo argumentando que eran el resultado de un trabajo limpio y de una mente superior.
    Pero la situación no podía durar: Lutero empezó pronto a presionar a Erasmo para que éste se presentara como la cara visible de los reformistas, a lo que el holandés se negó completamente. Por su parte, el Papa también presionaba a Erasmo para que atacara a los protestantes. La negativa de trabajar para uno u otro bando fue interpretada por ambos como cobardía y deslealtad. La Iglesia lo acusó con una frase célebre: "Usted puso el huevo y Lutero lo empolló", a lo que el teólogo respondió con la no menos conocida ironía: "Sí, pero yo esperaba un pollo de otra clase".

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    JUAN CALVINO:
    Juan Calvino (10 de julio de 150927 de mayo de 1564), bautizado con el nombre de Jean Cauvin, latinizado como Calvinus, fue un teólogo francés, considerado uno de los padres de la Reforma Protestante. Más tarde, las doctrinas fundamentales de posteriores reformadores se identificarían con él, llamando a estas doctrinas “calvinismo”. Particularmente los “5 puntos del calvinismo” surgen como contraposición a las doctrinas de Jacobo Arminio. Mandó quemar vivo al científico y teólogo español Miguel Servet, por disentir de la idea anti-trinitaria de éste.
    Juan Calvino, nacido Jean Cauvin en Noyon (Picardía) a unos 100 km al norte de París, Francia, era hijo de Gérard Cauvin y Jeanne Lefranc. Fue excelente en sus estudios y profundamente religioso desde su juventud.[1]
    Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica. Su formación inicial la recibió en el College de la Marche y en el College de Montaigne (allí estudiaron Erasmo de Rotterdam e Ignacio de Loyola). El padre de Calvino era abogado y en 1523 envió a su hijo, que por entonces tenía 14 años, a la Universidad de París a estudiar Humanidades y Derecho. A instancias de su padre, que pretendía que Juan Calvino siguiera el camino de las leyes, se matriculó en las universidades de Orleáns y Bourgues. En 1532, se doctoró en Derecho en Orléans. Durante su paso por los claustros universitarios tomó contacto con las ideas humanistas y reformadas. En abril de 1532, cuando contaba 22 años de edad, publicó un comentario sobre el De Clementia de Séneca, trabajo que puso en evidencia sus dotes como pensador. No está del todo claro el momento en que Calvino se convierte al protestantismo.


    Juan Calvino.

    Su conversión
    No se sabe con certeza cuándo ni cómo fue su conversión, pero sí sabemos que el uno de noviembre de 1533 ocurrió un accidente que muestra que se había operado un cambio drástico en sus convicciones religiosas. El rector de la Universidad de la Sorbona en París, Nicolás Cop el amigo de Calvino, pronunció un discurso en ocasión de la apertura del año académico; pero más que un discurso, fue un sermón que mostraba una clara influencia tanto de Erasmo como Lutero. En este sermón, Nicolás Cop defendió la doctrina de la justificación por los méritos de Cristo, a la vez que protestó contra los ataques y persecuciones de que eran objeto los que disentían de la Iglesia de Roma: "Herejes, seductores, impostores malditos, así tienen la costumbre el mundo y los malvados de llamar a aquellos que pura y simplemente se esfuerzan en insinuar el evangelio en el alma de los fieles". Y luego añadió: "Ojalá podáis, en ese periodo infeliz, traer la paz a la Iglesia más bien con la palabra que con la espada".
    El discurso cayó como una bomba en la universidad y en otros sectores, a tal punto que el Parlamento inició un proceso contra él. Por otra parte, comenzó a correr el rumor de que la mano de Calvino estaba detrás de la redacción del discurso,. "Si Calvino no escribió el discurso, por lo menos lo influyó en tono y contenido, que era profundamente protestante". Un mes más tarde, cuando Nicolás Cop se dirigía al Parlamento para responder el sumario que se había preparado en su amigo diputado le envió una nota advirtiéndole que debía escapar por su vida, pues el Parlamento estaba siendo presionado por la corona para que fuese condenado. Es así como Calvino y Nicolás Cop deciden escapar de París. Con poco más de 20 años adoptó los puntos de vista de Lutero: negación de la autoridad de la iglesia de Roma por derecho divino, negando la sucesión apostólica desde el apóstol Pedro, y dando primordial importancia de la Biblia como única regla de fe y conducta ("Sola fides, sola Scriptura"), destacando la doctrina de la justificación del hombre por medio de la gracia.

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    ENRIQUE VIII:
    Nacido en Greenwich, en el palacio de Placentia, Enrique VIII fue el tercer hijo de Enrique VII de Inglaterra e Isabel de York. Sólo tres de sus seis hermanos sobrevivieron a la infancia: Arturo, príncipe de Gales, Margarita Tudor y María Tudor, reina consorte de Francia. Su padre, miembro de la Casa de Lancaster, adquirió el trono por derecho de conquista, ya que su ejército derrotó al último Plantagenet, el Rey Ricardo III, y posteriormente completó sus derechos desposando a Isabel, hija del Rey Eduardo IV de Inglaterra. En 1493, el joven Enrique fue designado condestable[4] del Castillo de Dover y Lord Warden "de las cinco puertas". En 1494 fue nombrado Duque de York, y posteriormente comisario principal de Inglaterra y Lord teniente de Irlanda, mientras aún era un niño. Posteriormente fue nombrado conde mariscal de Inglaterra y señor teniente de Irlanda. Enrique recibió una educación de primera clase de importantes tutores y consiguió adquirir fluidez en latín, francés y español. Con once años, su madre, la reina Isabel de York falleció.

    Enrique VIII ascendió al trono en 1509, tras la muerte de su padre. El padre de Catalina, Fernando II de Aragón, organizó el casamiento de ésta con el nuevo rey. Enrique VIII desposó a Catalina de Aragón nueve semanas antes de su coronación en Greenwich, el 11 de junio de 1509, dejando de lado los consejos del Papa Julio II, y de William Warham, arzobispo de Canterbury, en cuanto a la validez de tal unión. Fueron coronados juntos en la Abadía de Westminster el 24 de junio de 1509. El primer embarazo de la reina Catalina terminó en un aborto en 1510. Luego dio a luz a su hijo, Enrique, el 1 de enero de 1511, pero el bebé sólo vivió hasta el 22 de febrero de ese mismo año. Con su coronación, Enrique VIII debió enfrentarse a las problemáticas consecuencias de los impuestos nobiliarios establecidos por Richard Empson y Edmund Dudley, miembros del gabinete de su padre. Así que dos días después de su nombramiento hizo detener a ambos en la Torre de Londres, fueron acusados ​​de alta traición y decapitados en 1510. A diferencia de su padre, Enrique VII, que favorecía las políticas pacíficas, durante todo su reinado destacó su inclinación bélica. ´ Durante los dos años posteriores a la ascensión de Enrique VIII, el obispo de Winchester, Richard Fox, junto a William Warham, controlaron los asuntos de Estado. De 1511 en adelante, sin embargo, el poder real fue ostentado por Thomas Wolsey. En ese mismo año, el Papa Julio II proclamó una Liga Santa contra Francia. La nueva alianza se forjó rápidamente incluyendo a Inglaterra, además de España, regida por los Reyes Católicos y el Sacro Imperio Romano, gobernada por el emperador Maximiliano I. El rey firmó el Tratado de Westminster, en el que prometía ayuda mutua a España contra Francia. En 1513, invadió este país y derrotó a sus ejércitos en la Batalla de las Espuelas. Por su parte, Jacobo IV de Escocia, aliado de Francia, invadió Inglaterra por el norte, pero fue derrotado en la batalla de Flodden el 9 de septiembre de 1513, perdiendo la vida y terminando así el conflicto.
    En 1514, Fernando abandonó la alianza, y las otras partes hicieron la paz con Francia. La consecuente irritación con España inició la discusión sobre un divorcio con la reina Catalina. Sin embargo, con la ascensión en 1515 del rey Francisco I al trono de Francia, aumentó nuevamente el antagonismo entre Inglaterra y Francia, y Enrique se reconcilió con los reyes de España.
    Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Primera esposa de Enrique VIII, h. 1502.
    En 1516 la reina Catalina dio a luz a una niña, María, renovando las esperanzas de Enrique de lograr un heredero varón, a pesar de los previos embarazos fallidos de su esposa. Fernando II murió en 1516, para ser sucedido por su nieto Carlos, sobrino de la reina Catalina. Para octubre de 1518, Thomas Wolsey había diseñado el Tratado de Londres con el papado, con la idea de conseguir un triunfo para la diplomacia inglesa, ubicando al reino en el centro de una nueva alianza europea con el ostensible objeto de repeler las invasiones moriscas a España, tal como había solicitado el Papa.
    En 1519 también murió Maximiliano, y Wolsey, que a la sazón era Cardenal de la iglesia católica, propuso secretamente a Enrique como candidato para el puesto[5] a pesar de que públicamente parecía apoyar al rey francés, Francisco I. Finalmente, los príncipes electores eligieron a Carlos I de España. La rivalidad subsecuente entre Francia y España, permitió a Enrique actuar como mediador. Así empezó a manejar el equilibrio del poder europeo. Tanto Francisco I como Carlos I intentaron gozar del favor de Enrique VIII, Francisco en forma espectacular y deslumbrante, con el encuentro en el Campo del Paño de oro,[6] y Carlos I con toda solemnidad en los encuentros de Kent. Después de 1521, sin embargo, la influencia inglesa sobre Europa comenzó a menguar. Enrique entró en una alianza con Carlos I a través del tratado de Brujas, y Francisco I de Francia fue derrotado por el ejército imperial de Carlos I en la Batalla de Pavía, en febrero de 1525. La confianza del emperador en Enrique disminuyó al mismo ritmo que el poder inglés sobre el continente. Enrique VIII se mostró reacio en ayudarlo a conquistar la Flor de Lis, a pesar de las garantías de Carlos I. Esto terminó con el Tratado de Westminster, en 1527.

    Pocos días después de la ejecución de Ana, en 1536, Enrique VIII se desposó con Jane Seymour. El Acta de Sucesión de 1536 declaró a los hijos de la reina Jane dentro de la línea sucesoria, excluyendo a Lady María y a Lady Isabel. El rey fue habilitado para determinar por sí en lo sucesivo la línea sucesoria. Jane dio a luz a un hijo, el príncipe Eduardo en 1537, para luego morir dos semanas después. Eduardo murió en el Palacio de Greenwich, el 6 de julio de 1553, a los 15 años de edad, siendo sepultado en la Abadía de Westminster. El 10 de julio de ese año subió al trono Juana Grey
    Luego de la muerte de Jane, la corte entera guardó luto con Enrique por algún tiempo. El Rey la consideró siempre su «verdadera» esposa, al ser la única que le dio el heredero varón que tan desesperadamente soñaba.

    [editar] Enfermedad genética de Enrique VIII

    De acuerdo con una investigación en marzo de 2011, el patrón de nacimientos de sus mujeres y su deterioro mental, sugiere que Enrique VIII era positivo en Kell y tenía el síndrome de McLeod.[18] [19] [20] Esta enfermedad hacía casi inviable que tuviera hijos varones y en general dificultaba enormemente que tuviera hojis sanos.